Juli Sandaran fue un enamorado de la música en general y del violonchelo en particular. Lo conocí cuando, después de jubilarse, y con el entusiasmo que lo caracterizaba, decidió estudiar violonchelo y me pidió que le diera clases de este instrumento, cosa que hice encantado. En aquella época, con un grupo de alumnos, formábamos un conjunto de violonchelos, los Violoncel·listes de Barcelona. Él compuso para nosotros una Suite catalana per a dotze violoncels que estrenamos en un concierto en el patio de La Pedrera de Barcelona y que después tocamos en otros sitios. Esta obra consta de ocho movimientos, que alternan muy sabiamente momentos muy rítmicos con melodías de gran inspiración. Fue escrita para doce violonchelos, pero, a excepción del segundo movimiento (balada), se puede tocar con cuatro. Hemos añadido un arreglo para cuatro voces de este segundo movimiento, porque se pueda interpretar la obra entera con cuatro instrumentos. Se trata de una obra inspirada en la música popular catalana con influencias jazzísticas.
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