Stabat Mater

Para expresar el dolor de la madre de Jesús en la cruz, Juli Sandaran escribe esta cantata formada por veinte variaciones corales diferentes, una por versículo. En cada uno de los corales destaca la melodía del lamento de la madre de Jesús, como un leitmotiv. Cada versículo del Stabat Mater en latín se intercala con variaciones instrumentales que preceden el coro como interludios musicales muy variados. El coro canta a capela, acompañado por el órgano o doblado por el cuarteto, siempre en formato coral. Encontramos desde corales simples a tres voces hasta corales a ocho, algunos solo en voz femenina, masculina o solista en formato arcaico y estático, armónicamente jazzísticos.
Un cuarteto de cuerda y el órgano son los instrumentos obligados que, rellenos de ritmos y armonías atrevidas, se alternan o acompañan el coro. El órgano ilumina con color y timbre algunas variaciones. Muchos de los interludios musicales son rítmicamente ricos y compensados, a veces con un regusto tradicional. El leitmotiv del lamento de la Virgen viaja de un instrumento al otro, a veces en estilo contrapuntístico. Lo encontramos en la introducción, en medio y al final de la obra. A menudo podréis escuchar acuerdos secos y repetidos que podríamos imaginar como latigazos mientras el violín segundo canta un lamento lento y doloroso. La muerte de Jesús es amarga como el vinagre que los soldados romanos le daban para calmar la sed. Este es el contexto de la obra que Sandaran ilustra musicalmente con veneración.

 

Montserrat Bonet, directora de coro