Dues havaneres

La Habanera: de canción popular a música clásica
Las habaneras para piano que escribí a principios de la década de los 90 del siglo pasado son un sentido e intencionado homenaje a mi ciudad natal, Vilanova i la Geltrú. Conocida como la “Havana Xica”, Vilanova fue tierra de indianos, de familias que volvían enriquecidas de Cuba y que invertían sus fortunas en la construcción de hospitales, escuelas y vías de tren que nos conectaran a Barcelona. Todo, en Vilanova, destila aires antillanos: la arquitectura, los bailes de mantón de carnaval importados directamente de los salones de las grandes casas señoriales de La Habana, las entidades como el Foment y una particular manera de entender la vida: una mezcla de ironía, bonhomía y nostalgia por el paraíso perdido. La música, y concretamente las habaneras, llegaron con las tropas que, en 1898, tal y como escribió Xavier Garcia, “vencidas, acorraladas, no sólo ofrecían a su retorno la miseria y el fracaso, sino también un pedazo del alma cubana, puesta de manifiesto en su canción, a la que aquel pueblo había dado vida como expresión muy íntima de su singularidad cultural”. Casi un siglo más tarde, quise rendir homenaje a esta Vilanova de influencia cubana, a los indianos, a los soldados que “vencidos, nos trajeron un pedazo del alma cubana”, y también a mi padre, Josep Milà, que tuvo la oportunidad de conocer esa realidad social y musical en el transcurso de los viajes que hizo a la isla de Cuba durante su juventud, como músico de transatlántico, justo antes de convertirse en violoncelista de la Orquesta Pau Casals y, posteriormente, de la del Gran Teatre del Liceu.
Leonora Milà
Pianista y compositora